viernes, 26 de febrero de 2010

Andalicía

Andalicía

Clima mediterráneo oceánico de la costa atlántica


Afecta a toda la costa atlántica andaluza, desde su extremo occidental en Huelva, hasta el estrecho de Gibraltar. El hecho distintivo de este tipo de clima es la influencia suavizadora del océano, que reduce la amplitud térmica anual, atemperando los inviernos, en los cuales la temperatura media anual se sitúa siempre por encima de 10º, y los veranos, que registran temperaturas medias en torno a 25º y en los que sólo en ocasiones excepcionales se superan los 40º de temperatura máxima.

Las precipitaciones no son demasiado abundantes, situándose entre los 500 y los 600 mms. anuales, y en ellas tanto la sequía estival como el predominio de las lluvias invernales son de total evidencia. Es también destacable en este ámbito la elevada insolación, que en algunos lugares supera las 3.000 horas de sol anuales y que justifica la denominación de Costa de la Luz a la porción onubense de esta costa.


Clima mediterráneo subtropical


Es el que caracteriza a la mayor parte de la costa mediterránea andaluza. El hecho más característico de este ámbito es la gran suavidad térmica invernal, que se genera en virtud de la intervención de tres mecanismos básicos: la influencia suavizadora del mar, la orientación sur de la costa, que la convierte en una solana privilegiadísima para la recepción de los rayos solares, y la protección frente a las coladas septentrionales que le otorgan las cadenas Béticas. Las temperaturas medias mensuales en invierno se sitúan entre 12º y 15º, y son especialmente destacables las elevadas temperaturas mínimas, que reducen el riesgo de heladas hasta casi hacerlo desaparecer. Los veranos, aunque no demasiado extremados, por la influencia suavizadora del mar, sí pueden registrar episodios muy cálidos con ocasión de vientos terrales, pudiendo entonces llegar a alcanzar los 40º.

Las precipitaciones son muy variables de unos enclaves a otros y, en general, muestran un gradiente de disminución oeste-este, desde los enclaves muy lluviosos del estrecho de Gibraltar hasta el dominio subdesértico que se establece en la costa almeriense.

Clima mediterráneo subdesértico


Es el que caracteriza a todo el sector sureste de la provincia de Almería. El hecho distintivo aquí es la escasez de precipitaciones, que hace de esta zona el área más seca de toda Europa. En el conjunto del área las lluvias son inferiores a 200 mms. y en algunos puntos cercanos a Cabo de Gata ni siquiera se alcanzan los 150 mms.

Estas escasas precipitaciones se producen, además, en un número muy reducido de episodios de lluvias muy intensas, lo que les otorga una fuerte torrencialidad y acentúa la aridez de la zona, a la cual también contribuye la elevada evapotranspiración que se produce como consecuencia de las altas temperaturas y de la insolación, también muy elevada.

Clima mediterráneo semicontinental de veranos cálidos


Ya en el interior de la región nos encontramos con este tipo de clima, que corresponde al área del interior del valle del Guadalquivir, donde la penetración de la influencia oceánica por el oeste tiene lugar preferentemente en invierno, pero no tanto en verano. En esta última estación tiende a imponerse un régimen de levante en la región, asociado a una fuerte subsidencia del aire generada por la presencia de una manifestación muy intensa del anticiclón de las Azores; en esas condiciones las influencias oceánicas se reducen al máximo y ello explica el carácter muy cálido y seco de los veranos de esta zona. De hecho, este es el rasgo que mejor define lo peculiar de esta región, donde las temperaturas medias de julio y agosto superan los 28º, produciéndose, además, estos elevados valores en virtud de unas temperaturas máximas muy altas, que superan casi siempre los 35º y con una frecuencia nada desdeñable los 40º. Los inviernos, aunque son suaves por la penetración de las influencias oceánicas, son algo más frescos que en las zonas costeras (la temperatura media anual suele descender de los 10º, aunque no suele ser inferior a 6º-7º) y ello determina un aumento de la amplitud térmica anual respecto a los climas mencionados anteriormente.


Clima mediterráneo continental de inviernos fríos


Corresponde genéricamente al área del surco intrabético, donde la continentalidad, el aislamiento impuesto por los relieves circundantes y la altitud, determinan la aparición de un clima muy extremado, con veranos calurosos (en torno a 24º-25º) y, sobre todo, inviernos muy fríos, cuyas temperaturas medias suelen situarse por debajo de los 6º-7º y en los que las heladas son un acontecimiento frecuente. A ello hay que añadir unas precipitaciones exiguas, del orden de los 400 mms. o incluso inferiores, y con una distribución a lo largo del año más regular que la que caracteriza al resto de la región; aquí las precipitaciones primaverales ocupan un papel muy destacado y la sequía estival no es absoluta, registrándose algunas lluvias incluso en los meses de julio y agosto. Naturalmente, las precipitaciones en forma de nieve no son desconocidas durante el invierno.


Clima de montaña


Afecta a las áreas más elevadas de la región, esencialmente Sierra Nevada, pero también todas las altas sierras que la rodean, así como los enclaves más altos de las sierras de Cazorla y Segura. El efecto general de la altitud consiste básicamente en una reducción de la temperatura, tanto mayor cuanto más elevado sea el lugar, y en un aumento de la precipitación, que, en este caso, es muy variable en función de la posición topográfica y de los relieves circundantes (a este respecto es ilustrativo el caso de Grazalema, donde se superan los 2.000 mms anuales de lluvia). Por lo demás, tanto el régimen térmico como el pluviométrico se mantienen inalterables y la sequía estival es tan acusada como en el resto de la región, no pudiendo el efecto orográfico imponerse a la marcada subsidencia del aire que se deriva de la presencia de las altas presiones subtropicales. Lo que si es cierto es que esta sequía estival, unida a los rigores térmicos invernales, configura unas condiciones de extraordinaria dureza tanto para la vegetación y la fauna como para la ocupación humana.

Amplia en nueva ventana: representación de los tipos climáticos en Andalucía



EL Cid Campeador

Personaje

El Cid durante el asedio de ValenciaEl Cid Campeador. Rodrigo Díaz de Vivar
Nacionalidad: Castilla
Vivar 1040 h. - 1099
Caudillo
Nacido en Vivar, era hijo de Diego Laínez, infanzón de Vivar. Se educó junto al infante Sancho de Castilla, quien le dio el cargo de alférez de la milicia real al ser nombrado rey bajo el título de Sancho II, y a las órdenes del cual se enfrentó a Sancho IV de Navarra. En virtud de su cargo, hizo jurar al reyAlfonso VI (1072, Santa Gadea) que no era responsable de la muerte de su hermano, Sancho II, lo que le provocó la enemistad con el monarca. Fue sustituido en su cargo por García Ordóñez, si bien el rey le compensó con un matrimonio con Jimena Díaz en 1074, bisnieta de Alfonso V. Acusado de deslealtad al rey, fue condenado al destierro en 1081 y rota su relación de vasallo de Alfonso VI. Se encaminó entonces con sus vasallos a Zaragoza, donde se puso a las órdenes del gobernante musulmán al-Muqtadir y, posteriormente, de su hijo al-Mu´tamin. Tras la batalla de Zalaca, en el que fueron vencidas las tropas de Alfonso VI, el rey nuevamente le puso a su servicio y encomendó varios dominios en 1086. En esta segunda etapa junto al monarcas castellano emprendió campañas guerreras por el levante peninsular, logrando hacer que los reyes musulmanes de Albarracín y Valencia pagasen tributo a Castilla y conquistando vastos territorios dominados por los almorávides. Nuevamente enfrentado a Alfonso VI, fue despojado de todos sus privilegios y hubo de salir al exilio. En esta ocasión se puso al servicio del rey musulmán de Valencia, logrando derrotar y apresar al conde de Barcelona Berenguer Ramón II en 1090. En el punto álgido del poder almorávide en la Península, logró tomarles Valencia en 1094, ciudad que no recuperarán hasta algún tiempo después de su muerte, en el año 1102.
La literatura y la historiografía posteriores se encargaron de utilizar su figura y engrandecer la leyenda, siendo citado en composiciones, poemas (Poema de Almería), cantares de gesta y crónicas (Najerense, Primera Crónica General, etc.). El momento culminante llega con la elaboración a cargo de un autor anónimo del "Cantar del Mío Cid", en el siglo XII o primeros años del XII. Desde entonces se produce su incorporación a la literatura castellana y la entronización del personaje como símbolo de caballero castellano-español, detentador de valores y virtudes de hondo calado político y elemento propagandístico de primer orden en el contexto de una España cristiana necesitada de héroes.